Mientras ríos de tinta corren sobre el accidente nuclear de Chernobyl que sucediera el 26 de abril de 1986 poco se habla de aquellos osados personajes que arriesgaron su vida cuando las máquinas poco o nada pudieron hacer y a quienes sólo traen al recuerdo monumentos como el del cementerio Mitino de Moscú.
Eric N. Pozdysheva, Valery Alekseevich Legasov, Evgeny Akimov son sólo unos de los aproximadamente 600.000 héroes que arriesgaron su vida para salvar la de millones de personas en esa noche catastrófica.
Los liquidadores, como se les denominó, eran personas de diferentes nacionalidades cuyas edades oscilaban entre 20 y 45 años, entre los que se contaban bomberos, militares, ingenieros, artesanos y agricultores entre otros, equipados con trajes de seguridad consistentes en mallas de plomo y de una máscara de morro de cerdo, que producía terribles llagas en el rostro y que hoy día se antojan ridiculos porque se sabe a ciencia cierta que poco o nada servian para protegerles. Ellos fueron quienes debieron ingresar, algunos por voluntad de servicio, otros por promesas de recompensas económicas, luego de que se intentara inicialmente despejar los daños del reactor con robots pero la radiación y extremas temperaturas que alcanzaban 2.500 ° C terminaran por fundir sus circuitos.
Mientras que ciudades como Pripyat eran evacuadas 36 horas después de sucedida la explosión, más que nada por la presión de Suecia que fue quien detectó el accidente el día 28 y amenazó con denunciarles internacionalmente, estos valientes ¿o ignorantes? (más lo segundo según la declaración que sigue “En Ucrania, en esa época del año ya hace bastante calor, por lo que fuimos a apagar el fuego en mangas de camisa”, declaró Víctor Birkún, bombero que descansaba en un barracón a 150 metros de la planta cuando ocurrió el accidente) La misión consistia en evitar que sucediera una nueva explosión y devolver al interior del reactor las barras de gráfito y los residuos de combustible que habían quedado sobre lo que quedaba del techo.
Entrando en turnos de 2 minutos debían remover dos palas de tierra o lanzar dentro por lo menos dos barras y volver a salir, otros debian nadar en piscinas contaminadas para sacar deshechos u otros factores contaminantes, otro grupo era el que en helicópteros sobrevolaba la zona del desastre para arrojar sobre el núcleo una mezcla de materiales que consistía en arena, arcilla, plomo, dolomita y boro absorbente de neutrones, finalmente estaban los encargados de rellenar con hormigón un túnel que inicialmente tenía como función albergar un sistema de refrigeración y que finalmente sirvió para afianzar el terreno y evitar que el núcleo se hundiera, a su vez se encargaron de la construcción del sarcófago que debía cubrir nuevamente la planta (el que en el 2004 presentaba serios daños y que ya representaba un nuevo peligro. A partir de septiembre de 2007 se inició la construcción de uno nuevo con la colaboración de varios paises).
Sin embargo, este poco tiempo era suficiente para que quedaran directamente expuestos a las radiaciones que equivalian a la explosión de 500 bombas atómicas como la de Hiroshima, de allí que muchos murieran casi inmediatamente mientras que otros tantos sufrieron toda clase de afecciones que derivaron indefectiblemente en discapacidades de diversa índole, de tal magnitud eran las radiaciones que emitia el reactor que terminada la labor estas personas fueron obligadas a cavar zanjas para enterrar los vehículos y helicópteros utilizados en dicho proceso, creando así el cementerio de Chernobyl… el de “las otras victimas del reactor 4″.
Hoy aquellos que aún viven y cuyo número no es claro, porque aunque el gobierno sólo reconoce la muerte de aproximadamente 25.000, las organizaciones que les agrupan hablan de cifras muy superiores que equivalen a una superviviencia de más o menos el 50% de ellos; la recompensa por los actos de valor son una vida de intenso sufrimiento donde la mayoria aún esperan el pago prometido para por lo menos lograr solventar los gastos médicos de los tratamientos de las secuelas de su actuación, pues ni siquiera pueden acceder a un sistema de salud como consecuencia de la disolución de la URSS, lo que les dejó disgregados por varios paises.
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